sábado, 1 de octubre de 2011

Son cosas que todos sentimos, es normal.

Si dices que no te importo, no comentes. Y si quiere sacar la rabia, sáquela en otro lado bien lejitos donde ni siquiera un pájaro volando pueda oírla porque no necesitamos que diga lo que a ya nadie le interesa oír, lo que ya incluso suena cliché, lo que aburre a mis oídos. Esto es tan tedioso, me canso ligeramente de llevar la mochila día a día a destinos a los que no estaba preparada para llegar, no entiendo por qué un poco del peso de esa mochila tiene malas vibras, malas intenciones, malas ganas, sólo cosas malas que quiero sacar pero no puedo porque están merodeando de cerca las demás cosas que dentro hay como lo que como, como lo que siento, como lo que creo, como lo que digo, como lo que pienso, como lo que soy, déjenme ir y aléjenme de ustedes porque ya no tiene sentido si no hay sentir. Siempre estuvo presente en esas mentes la palabra inconsecuencia, como si tuvieran que alimentarse, retribuirse cosas con ella, sólo aquejan sus almas déjense de llamar al dolor, digan bienvenida a la alegría que en ustedes debería estar presente, sólo tienen que ser felices dejando de hablar tanto, quizás dejarse llevar más por los momentos, momentos que se acaban y si no los extrañan con nostalgia a veces pensar que fue un día cualquiera debería ser lo mejor.

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