Orgullo.

Sí, es un sentimiento malo, pero debe sentirse alguna vez, quizás suene mal pero me gusta el hecho de poseerlo y de que esté en mis manos rechazarlo, tirarlo por la ventana quizás. Pero no, me enoja que tú tampoco hayas querido que esto siguiera, que perdurara en el tiempo, nuestras risas chillonas, incluso cuando nos caían lágrimas de disfrutar el momento, momentos que se acabaron. Fue y terminó, que pena decirlo pero se acabó, y ya volver a encontrar eso es una utopía, que pena que no pudiéramos haber dicho adiós. Sólo terminó, qué ganas de volver a escuchar tus historias, tu voz desgastada por el cansancio del día a día, pero seguías en pie, muchas veces yo te levanté y me siento feliz de saber que sí aporté en tu vida. Gracias por los momentos, gracias por no acercarte a mí cuando lloraba, y después decirme que te daba miedo que reaccionara mal, pero te importaba, qué lejano suena esto, extraño esa sensación de querer verte y enseñarte cuánta confianza te tenía. Pero se esfumó y que bonito que ni tú ni yo queramos cambiar la situación, me agrada.


Quizás ya no quiera escuchar tu voz.






O quizás sí.