El tiempo pasa volando en un globo aerostático.

Cambié el título del blog, no me acuerdo en donde leí esta nueva frase, (igual el pato sigue bailando con sabrosura).

Al abrir los ojos me doy cuenta que esto es real, que no estoy en una fantasía, pero aún con los ojos abiertos no veo lo real, creo que de nuevo estoy alucinando, siempre me dicen que no lo haga... cómo si lo controlara (ojalá aprender y dejar de sentirme esclavizada por mis pensamientos, mi mente, mi corazón, un poco mi uso de razón) Igual es mi don, nadie comprende cómo hago para escaparme de mi cuerpo, y separar mi yo en dos partes bien divididas: mi alma y mi cuerpo. Una que es sólo el medio o el canal para llegar a las cosas y la otra también vacía pero cada vez llenándose más de vivencias y de memorias. Sentí que llegué lejos, tan lejos que ya no quería volver jamás a una ciudad que se va despedazando con nosotros mismos, ya no me siento parte de esto, ya no más. Cálmate, tranquilíza tu mente por favor, me dijieron reiteradas veces, no escuché algo que no me interesaba oír. Me inundé en colores vivos, comí delirios por montón. Quiero una nave espacial para llegar al mundo de allá, astronautas en su hábitat danzando un cha cha chá. La televisión miente, pero encuentro peor que todos crean todo, que no se informen más allá, por eso... la gente mediocre se merece lo mediocre, nada más y que no se sientan ofendidos porque yo sólo digo la verdad.

Escuché fuerte por la ventana una piedra que se lanzó hacia el vidrio pleno del polvo que nunca limpié. Fuiste tú, el que me llena de palabras día a día, de esas palabras mentirosas que me tengo que tragar, aunque tengo que reconocer que con o sin mentiras me encantas igual, así es el masoquismo en el planeta Tierra, todos queriendo superar algo que ya no está. Y ahora me incluyo, vivo en esta vecindad, colorida y desteñida, pero dentro hay un color que nadie ve, la hermosura está ahí, en querer ver lo que los demás no pueden. Tratemos de hacer algo, cierren sus ojos, vean los colores del más allá. Abrí la ventana, escuché un déjame pasar... Y de nuevo comenzamos a trazar nuestro camino, corriendo sin ver atrás.