viernes, 19 de agosto de 2011

me duele la cabeza y siento el estómago vacío, pero ganas de comer es lo que menos tengo. Debería tratar de asimilar que estoy hace dos días tirada como un trapo en mi cama, pero no lo quiero aceptar, sólo estoy tomando un descanso como muchos lo hacen. Es fácil creerse inútil, yo no lo creo igual ahora hago algo de mi vida, estoy matándome el cerebro tratando de descifrar mi mente, qué grandioso lo que hago señores. Me llegó un mensaje al maldito celular, lo contesté con un poco de cariño e intriga a la respuesta (si es que al idiota se le ocurría responder, claro) y lo hizo con más rapidez de la que me imaginé y al final la conversación surgió como siempre: de la nada y sin fundamentos, pero quizás también eso sea lo interesante que apareces cuando estoy más deshecha. Y por un rato observé el techo que mucho me decía con sus movimientos ondulados y sicodélicos, me hicieron sentir como en las nubes y esa sensación me gustaba bastante, pero cerré los ojos y no los abrí más en un largo rato, ahí eché a volar mi mundo... tan humano y tan inhumano a la vez que llega a incomodar. No prendí el televisor, pero si puse música, música para mis oídos señores. Qué bueno ,qué bonito que nadie se atrevió a interrumpir mi ritual de desorden mental porque creo que no hubiera sido simpática, es en esos momentos en que no necesitas a nadie más que a tí mismo, no soledad si no que reflexión. Dormir muchas horas es lo que ahora le hace falta a una loca que piensa en palabras mágicas: ''¡Alohomora!''.

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